Limpiar pintura al óleo
Limpiar pintura al óleo es imprescindible para su correcta conservación en el tiempo. Todos los cuadros están expuestos, incluso en los Museos, a la contaminación y la suciedad ambiental. Durante muchos años a una sobreexposición al humo de tabaco con la consiguiente capa de nicotina. Y en muchos hogares, dependiendo de su cercanía, a la grasa proveniente de las cocinas y al humo de chimeneas o calefacciones. Estas capas se van depositando muy poco a poco y no se notan en el día a día, pero sí en cuanto pasan unos años.
Todas esta suciedad depositada sobre la capa pictórica lo que produce es una disminución de la luminosidad de la pintura y un gran cambio en la capacidad de observación de los colores originales, que siempre se verán más apagados y como «descoloridos». Incluso más difuminadas las formas representadas. Los blancos amarillentos y grisáceos se convierten en blancos luminosos. Y el resto de colores como los rojos, verdes y azules recobran su intensidad. La tela también lo agradece porque después del proceso de limpieza puede perder esa rigidez propia de una deshidratación y se vuelve más maleable y dúctil, necesario para un correcto y eficaz tensado de la misma sobre el bastidor.
En este caso hemos aplicado un gel de Trietanolamina sobre la pintura con un pincel bien despuntado con movimientos circulares y suaves. Hay que hacerlo sin prisas pero sin pausas sin dejar espacio libres sin él. Es conveniente esperar un poco para que actúe en su justa medida para proceder después a retirarlo con una celulosa suave y con agua destilada. Es la manera de neutralizar el proceso de limpieza y que no siga actuando.
El resultado se aprecia de una manera clara cuando podamos comparar la zona ya limpia con la zona en la que aún no hemos actuado.